Dos meses viajando

Dos meses viajando

Ya dos meses desde que aterrizamos en Santiago sin saber muy bien qué teníamos por delante.

Y aún hoy seguimos igual, sin saber lo que la vida tiene para nosotros.

Lo que sí puedo decir es que justo el día 19 de diciembre ha sido un día de experimentar la esencia de viajar. Después de tener nuestros planes organizados, después de venir a Bariloche para estar en Argentina una semana y tener intención de volver a Chile para disfrutar de Chiloé, Puerto Varas y carretera Austral, hemos cambiado de planes.

Hemos decidido que queremos calor, que Argentina nos está sonriendo mucho y que nos apetece comenzar el año con ese calorcito.

Así que haciendo balance de estos dos primeros meses, podemos dar de nuevo gracias.

Gracias a la experiencia de dejarnos sorprender. Gracias a las bonitas personas que nos han acogido en sus casas y en sus corazones.

Gracias enormes a Chile, un país lleno de contrastes que nos ha hecho sentir como en casa aunque la burocracia lo pusiera más complicado. Porque no ser chileno en Chile no es nada fácil. Un país que me recuerda a la sensación que tantas veces hemos hablado Sintas y yo sobre Pamplona y sus gentes versus su Cartagena y sus gentes.

En Chile la sonrisa cuesta, la desconfianza habita. Sin embargo, una vez la coraza se rompe, aflora ese corazón tan real que tenemos también en el norte de España.

De Chile no tenemos más que palabras bonitas y, aunque por ahora es un hasta luego, volveremos como mínimo, a vender la furgo, a ver Atacama y quién sabe si me tocará facilitar esos talleres que han quedado pendientes de organizar.

En estos dos meses solo he estado sin conexión a ratos y pocos días. He necesitado muchas horas de conexión, muchas horas con Froggies y muchas horas para cerrar 2018.

Ha sido un comienzo de viaje intenso, estando aquí y allí. En la charca que me da tantos aprendizajes y también me llena el alma.

Y con todo esto, el viaje en familia fluye. En esta casa papá se organiza los desayunos y muchas mañanas. Las tardes son de los 4 casi siempre. Y el resto de días, el trabajo manda.

Puedo mirar hacia atrás y agradecer a los ángeles de Santiago que nos acogieron. Sobre todo a la familia de mis queridas Ana y María Alejandra. Ambas nos abrieron sus casas y sus corazones y nos mostraron su visión de Chile.

Ana fue el primer contacto que tuve con este viaje. Solo puedo agradecerle que me escribiera. ¿Y cómo puede ser que fuera española y me seguía por redes con un proyecto de juego como es Mola y con un montón de sueños por cumplir? Se ha convertido en una GRAN amiga que resuena con mi manera de ver la vida y que me ha regalado tanto, que solo puedo agradecerle con mayúsculas y honrarle en este pequeño homenaje a mi ya Chile querido.

Un mes tardamos en lograr la furgoneta, en tenerla con seguro y en emprender el viaje en furgo.

Y un mes más llevamos guiándonos con iOverlander, que vaya regalo de app. Qué lugares nos han visto amanecer, desayunar y cocinar. Ni los mejores hoteles tienen semejantes vistas.

Hemos podido ver lobos marinos, un martín pescador varias veces, jugar con aves y sus sonidos, aprender de plantas y flores, hemos visto y oído olas y lagos, amanecido con baños de agua helada, jugado en ríos también helados y saltado y jugado con personas hermosas que nos han enseñado sus canciones y abierto sus corazones. También hemos visto lluvia, sentido frío y también calor. Hemos sentido el sol más fuerte en nuestro cuerpo y nuestras almas se han alimentado de paisajes únicos como los que ocupan Chile. Qué montañas, qué lagos y qué historia y cultura.

Santiago, Isla de Maipo, Rapel, Maintencillo, Zapallar, Cachagua, Viña del Mar, Valparaíso, Salto de Laja, Pucón, Caburgua, Villarica, Liquiñe, La Frontera, Panguipulli, Lagos y más lagos, Pucón de nuevo, Valdivia, Niebla, Puyehue y el paso y sus vistas.

O lo que es lo mismo Ana, Ulises, Noa y Mara; María Alejandra, Christian, Coco; Diego y Carola, Fabiana, Graciela, Inis, Flo, Tomás, Begoña, Valentina, Miguel y Cristina, Hada, Oscar, Flo y Domingo.

Porque miro hacia atrás y solo veo crecimiento. Solo veo familia. Veo obstáculos y veo que los estamos saltando juntos. Veo a Sintas, a Cloe, a Kian y a mí como equipo que se hace aún más equipo, ajustándonos para poder dar el soporte a Froggies que necesitamos, tanto Froggies como yo.

Y miro para atrás y para adelante y agradezco sobre todo a Egoi y a Rocío que me acompañan en este camino, nada fácil pero sí con mucha luz.

Porque además de dos meses de viaje, es un final de año. Y celebrarlo lejos del hogar, con un hogar como furgoneta, lo hace como mínimo, diferente.

Gracias viaje, once again. Y hola Argentina, así sin planificarte. Gracias por regalarme un hermoso reencuentro con Sheila, Toño, Emma y Bruno. ¿Será el destino que me recuerda que ser honesta es el camino?

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *